martes, 20 de noviembre de 2007

LA CULTURA ESCOLAR EN LA SOCIEDAD NEOLIBERAL

La escuela puede entenderse como una instancia para la mediación cultural de significados, sentimientos y conductas de una comunidad social y el desarrollo particular de las nuevas generaciones. Es acá donde se produce un fenómeno de renombre: la socialización, la cual constituye un conjunto de acciones por las cuales una comunidad enseña a descubrir a sus nuevos integrantes, las normas, los valores y las creencias que ellos mismos guardan en lo más profundo de su ser, como signo de su individualidad, y que invariablemente coinciden con las normas, valores y creencias que profesa la comunidad en que habitan. Cuando por alguna causa el aprendiz no logra descubrir tales correspondencias, entran en funcionamiento otros mecanismos que le enseñan la conveniencia de seguir buscando. En la literatura sociológica esto se denomina control social. (De los Campos, H (2003): "Diccionario de Sociología")

Hoy en día es bastante común y cotidiano ver jóvenes en busca de una identidad, una imagen, un ícono social, todo esto mediado por la influencia potente de los medios de comunicación. Su distribución (limitada a los beneficios comerciales), la ha hecho accesible y cercana, en lo que puede suponer, a la vez, tanto la pérdida de identidad, aparentemente lograda, al mezclarse las experiencias y los modos de vida, como el fortalecimiento de la individualización cultural (CASTELLS, 1994).

Ángel Pérez Gómez, Catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga, es muy asertivo al describir los principales valores y tendencias que intervienen en la socialización de las nuevas generaciones, de lo cual se pueden destacar la importancia de la información como fuente de riqueza, la desconfianza en las aplicaciones tecnológicas, la obsesión de la eficiencia como sinónimo de calidad, la primacía de la cultura de la apariencia, el culto al cuerpo, los movimientos alternativos, el pensamiento único, amorfo y débil y el debilitamiento de la autoridad.

Como consecuencia de las transformaciones y cambios radicales en la sociedad contemporánea, es necesario cuestionarnos el sentido de la escuela actual, su función social y la naturaleza del quehacer educativo.

Sin lugar a dudas, estamos siendo invadidos por una cultura neoliberal, ajena a nuestra idiosincrasia, heredada de países y sociedades capitalistas, con otras culturas y costumbres, produciendo un rebote y repercusión directa en la cultura escolar. Bajo el alero educaconal poco a poco se están formando mentes dirigidas por el más preciso estímulo social que hallan recibido en ese momento, desfigurando en parte el modelo educativo que se pretende moldear. Se genera una reformulación, respecto al sentido de la vida, del rol en sociedad, de la compatibilidad sexual, social y familiar. A pocos les causa sentido estos conceptos, los adolescentes ven su existencia como un mero acontecer finito, un paso por la tierra e irremediablemente extinguible, así como muchas cosas que ocurren en nuestro entorno le son indiferentes, como la política, las causas sociales, los hechos delictivos, etc., amparados en la tan vilipendiada frase "no estoy ni ahí". Fácilmente los jóvenes caen en conformismos que sólo les permiten sobrevivir; son muy pocos los que reaccionan, transformándose en obsesivos, deseosos del éxito económico, del estatus social, esclavo de la eficiencia para ser ante sus circundantes un sinónimo de calidad, interesado en su bienestar propio, cultivando la apariencia física y también emocional, en donde es un mero títere para sentirse aceptado por sus pares.

En este escenario, es inevitable pensar que el rol docente se muestra sin iniciativa, arrinconados, desplazados o simplemente superados por la arrolladora fuerza de los hechos, por la vertiginosa sucesión de acontecimientos que han convertido en obsoletos sus contenidos y sus prácticas. Nuestros maestros parecen carecer de iniciativa para afrontar exigencias nuevas porque en definitiva, se encuentran atrapados por la presencia imperceptible de una cultura escolar adaptada a situaciones pretéritas.

Necesitamos recuperar la iniciativa de la escuela, para esto es necesario entenderla como un cruce de culturas, que provocan tensiones, aperturas, restricciones y contrastes en la construcción de significados y en la formación de conductas. Si la cultura evoluciona, ¿por qué el modo de enseñar no? Hasta ahora el centro de la enseñanza es el profesor, y el alumno cumpliendo un rol pasivo, escribiendo, anotando, estudiando. No es la idea que el profesor pierda su rol principal, pero con toda esta vorágine de tecnología, se puede experimentar un cambio hacia nuevos modos de desarrollar la actividad docente. Lamentablemente, a muchos profesores no les interesa aplicar en su sistema educativo el uso de tecnologías e innovar. La "vieja escuela" se niega a probar otros métodos, pues con el que emplean les ha otorgado sendos resultados. Pero todo cambia, y es de esperar que la "nueva escuela" del magisterio expanda su mente, sus habilidades y destrezas, para así otrorgar a los alumnos el conocimiento, a través de varias alternativas, de modo de plantearles el saber por atractivos caminos. En esencia, ser facilitadores del conocimiento y no un diccionario que tiene respuestas a todo. Mas esta idea no es descabellada, un modelo único que ha funcionado es bueno, pero también es válido, interesante y constructivo la variación en base a una misma idea fundamental que nos mueve: El enseñar.